jueves, 7 de junio de 2007

" FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD"

FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

“ ABBÁ = PADRE”

El Espíritu grita:¡ Abbá Padre! Con este grito nos introducimos en la presencia de nuestro Dios Trinidad de personas. El Espíritu Santo grita en nuestros corazones al unísono con Jesús, el Hijo, y clama dentro de nosotros ¡Querido Padre!
La palabra “Abbá, Padre, querido Padre” pronunciada por Jesús es la única luz que ilumina las tinieblas.

ABBÁ, EL PADRE DE JESÚS ES TAMBIEN NUESTRO PADRE.

Él nos dijo que cuando oremos, debemos decir: “Padre, santificado sea tu nombre”…
Escuchando el grito del Espíritu dentro de nosotros podemos experimentar y tener la conciencia viva de que somos hijos de Dios y hacemos un acto de Fe, Esperanza y Amor en nuestro Dios Trinidad.
El Concilio Vaticano II exhorta a todos los seguidores de Cristo a prolongar en la convivencia humana el estilo de vida que tienen entre sí las tres Divinas Personas: el AMOR.
Dios que cuida de todos nosotros con paternal solicitud, ha querido que constituyamos una sola familia de los hijos de Dios; y que, en consecuencia , todos sin excepción nos tratemos con espíritu de hermanos, con una fraternidad basada en vínculos divinos.

Nuestro Dios Trinidad nos comunica su misma vida, Él nos da constantemente su influencia divina con su ininterrumpida paternidad, con la proyección de filiación, con la entrega del don de su Amor.
Hemos sido creados “ a imagen y semejanza de Dios” . “Todos somos llamados a un solo e idéntico fin: Dios mismo “…De Dios procedemos y a Dios vamos.
No podemos separar el amor a Dios del amor al prójimo. Cuando el Señor ruega al Padre que “todos sean uno, como nosotros somos uno” ( Jn.17.21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las Personas Divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad.
Por eso debemos reflejar el amor misericordioso del Padre con todos: acoger, comprender, ayudar, perdonar, proyectar ternura, devolver siempre el bien.
Es proceder con estilo de enamoramiento redentor del Hijo. Adelantarnos a amar, ofrecer bondad, preocuparse de promover el bien, estar en cada caso disponible para hacer entrega total en servicio de quien nos necesita.
Es obrar con el estilo de amor santificador del Espíritu Santo.
Evitar nuestros egoísmos ,promover la unidad ,ayudar a superar obstáculos, motivar alegría ,hacer felices a todos los que nos rodean.
El evangelio nos revela que toda la vida de Dios se derramó en Jesucristo para que se hiciese ininterrumpidamente acto de amor por nosotros, para salvarnos y darnos vida eterna.
Esto implica que hoy y siempre los seguidores de Jesús- los bautizados- hemos de proceder con los demás y ante los demás como portadores de dicha siempre rehabilitando el amor como hacen entre Sí las Tres Divinas Personas.

El ideal de los seguidores de Jesús y de Francisco y Mariana, ha de ser llegar a amar como el Padre ama al Hijo, como el Hijo ama al Padre y a los hombres hasta ser todo amor santificador como lo es el Espíritu Santo.

El Padre es origen, comunicación de vida, donación de Sí al Hijo: le da todo el ser y el vivir.
Misterio incomprensible para nosotros, pero ciertamente que encierra una donación total que genera ser, vida, dicha eterna.

El Hijo en el seno de la Santísima Trinidad y en su Encarnación de Dios hecho Hombre es máxima expresión del amor: Un amor que al mismo tiempo que es divino se hace humano, que conjuga la grandeza con la humildad, que se expresa en anonadamiento silencioso y en donación heroica que vibra en la intimidad del Padre.

Vibrar en una fuerte vida de oración con el Padre y demostrar ese amor desgastando la vida por los demás, ¡ Es poner en practica el Amor Redentor del Hijo de Dios hecho Hombre y Resucitado!.

El Espíritu Santo es todo Amor. Es el AMOR del Padre y del Hijo y todo lo que es y hace en el seno de la Santísima Trinidad y en nosotros es santidad y felicidad, es don sin reserva, fuente de alegría infinita, unidad que transforma, anima, vivifica hasta dar vida divina.

El AMOR y la COMUNIÓN en la TRINIDAD es fuente inagotable.

NUESTRA VIDA POR EL BAUTISMO ES ESENCIALMENTE TRINITARIA.

Nuestro Dios se ha revelado como el Dios viviente. El Dios familia, comunión.
Es Padre Hijo y Espíritu Santo que se aman entre sí en la unidad. Es Dios-Amor.
No se trata de “entender” sino de “amar”, de sabernos amadas.
En cada persona creada, en cada ser humano, hay un destello de las tres divinas Personas.

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